Rica Historia de una
Institución Señera
Los 78 Años de Vida de la
JUNTA de ESTUDIOS HISTÓRICOS
de CATAMARCA
2° Aporte
El 15 de mayo de 2014 se cumplieron 78 años de la creación de la Junta
de Estudios Históricos de Catamarca.
La institución que surgió tras la firma de su acta de
constitución, en la celda que ocupó Fray Mamerto Esquiú en el convento
franciscano, asumió una tarea de gran responsabilidad, en donde conjugaban
expectativas personales de formación, investigación y consolidación del trabajo
intelectual en el medio.
Resulta trascendente compartir hoy el desarrollo de la
intención de articular “un centro de cultura que tuviera por objeto el estudio de nuestra
historia; para salvar del olvido la rica tradición que han tenido dignos cultores;
cuidar los archivos; publicar los documentos
orientadores de nuestra historia y reeditar los libros agotados de
nuestros historiadores”.
Este segundo aporte, con
apuntes de la “Enciclopedia
Periodística Catamarqueña - Quien es
Quien en Catamarca, desde los Orígenes al 2013”, de uno de 14 libros en
preparación “Referenciales Culturales e Institucionales”, acerca la gravitación
que tuvieron, con nombre propio, los emprendedores que cimentaron el trabajo
intelectual de mi provincia.
Esta tercera Junta de Estudios Históricos del país
arranca en 1936, con el accionar del doctor Pedro Ignacio Acuña, los sacerdotes monseñor
Pedro M. Oviedo, fray Antonio de Jesús Lobo, fray Salvador Narváez y el
profesor José Florencio Segura, director de la Escuela Normal de Varones.
Desde mediados de la tercera
década del siglo pasado a la actualidad, la Presidencia de la Junta vivió seis
instancias conductivas, la primera desempeñada por el doctor Pedro Ignacio Acuña, entre los años 1936/1938.
Cubriendo la segunda etapa presidencial, que va entre
1938 y 1944, asume la dirección monseñor Pedro M. Oviedo. La tercera etapa es
responsabilidad de fray Luís Córdoba, por los años 1944 a 1953.
El agrimensor Cornelio Sánchez Oviedo, desde 1953 a1959,
rige en la cuarta etapa; para ser reemplazado en la quinta por el presbítero y periodista Ramón Rosa Olmos, con
accionar entre 1959 y 1979.
La secta etapa, tras los 20 años del accionar de
Olmos, arranca en 1979 y llega a la actualidad, en su plena madurez
institucional, con la titularidad de Armando
Raúl Bazán.
Sobre la base de los miembros originarios Acuña,
Oviedo, Lobo, Narváez y Segura, la Junta emprende la tarea de enriquecer su
capital humano con la integración de nuevos Miembros de Número.
En 1953 se incorporan Armando Raúl Bazán y Pedro
Ignacio Galarza; a los ocho años llega, en 1961, la asociación de Ángel
Baltazar Segura; y en 1974 accede Federico
Raúl Argerich.
El período que va entre los años 1985 y 1888 carga un
significado especial para la Junta. Entre los flamantes Miembros de Número
llegan tres investigadoras con perfiles propios y diferentes orientaciones: en
1985, Elsa Beatriz Ahumada de Del Pino; en 1987, Elsa Andrada de Bosch; y en 1988,
Nilda Correa de Garriga.
Tres hombres a continuación tendrán su lugar en la Junta:
en 1989, Félix A. Brizuela del Moral; en
1995, Nicolás de la Fuente; y Luís Ernesto Cuello, en 1996.
La cuarta mujer integrante de la institución llega en
1997, con Graciela de la Orden de Peracca; y a los 5 años, en 2002, accede la quinta presencia
femenina con Mirta Azurmendi de Blanco.
Entre los finales del pasado siglo y la primera década
del nuevo a la Junta llegaron: Néstor Kriscautzky, en 1998; Jean Claude Samedy,
en 1999; Herminio Elio Navarro, en 1999; Silvio Ernesto Seco, en 2003; Luís
Horacio Navarro Santa Ana, en 2005; y Marcelo Gershani Oviedo, 2008.
Una de las actividades trascendentales en una
organización dedicada a la investigación, establece la recepción del trabajo de
sus miembros, el registro, la publicación y la difusión de sus obras.
Un órgano esencial en la Junta de Estudios Históricos
de Catamarca lo constituyó la implementación de su “Boletín”, a los cinco años de su fundación.
La dirección de la edición a partir de 1941, recae en
el doctor Alfonso de la Vega, encargado de seleccionar el contenido y la
denodada generación de fondos para concretar la publicación de una organización
privada, sostenida por sus adherentes y sin aportes oficiales.
Realizado en 1941en la Impresora Talleres Tipográficos
La Unión, sale el Boletín del Año I,
N° 1, conteniendo los trabajos de
Cornelio Sánchez Oviedo, “Coronel Gregorio José González”; y de monseñor Samuel
F. Toranzos, “Reglamento del Colegio del Carmen y San José”.
Al año siguiente aparece el Boletín del Año II, N° 2, nuevamente
editado en la Impresora Talleres Tipográficos La Unión.
En esta oportunidad, Pedro M. Oviedo escribe sobre “Valle Viejo”. Ramón Rosa Olmos comienza a entregar sus
investigaciones sobre hombres fundamentales en la actividad institucional
religiosa, presentando sus conclusiones sobre
“El Presbítero Dr. Nicolás Herrera”. El historiador también realiza un
adelanto de la recopilación de la producción
intelectual sobre y de la provincia en su “Bibliografía Catamarqueña”.
Debemos señalar que en la segunda entrega editorial de
la Junta, Cornelio Sánchez Oviedo, con
su “Ascendencia Catamarqueña del Presidente Avellaneda”, desata una interesante
polémica genealógica alrededor de los orígenes del hombre público y su relación
con Catamarca.
En 1942 el Boletín consigna para la Junta su Mesa
Directiva, conformada por monseñor Pedro M. Oviedo, en la presidencia; el
profesor José Florencio Segura, en la vicepresidencia; el presbítero Ramón Rosa
Olmos, en la secretaria; y el ingeniero Cornelio Sánchez Oviedo, en la
tesorería.
A ese momento figuran como Miembros de Número: los
doctores Mauricio Herrera, Alfonso M. de
la Vega, Rodolfo Acuña, Armando S. Herrera, Armando Acuña; los frailes Luís Córdoba, Salvador Narváez, Marcos A.
Juárez, Luís J. Plandolit, Mamerto de J. Leiva y el teniente coronel Miguel A.
Llorens Robles.
Ya a los seis años de existencia, y como muestra de la
acción de proyección institucional, la Junta tenía incorporados como Miembros
Correspondientes, en Buenos Aires, a los doctores Miguel Ángel Cárcano, Ricardo
Levene, Ataliva Herrera, Emilio Ravignani, Rómulo D. Carbia; y los señores Juan
Alfonso Carrizo, Ramón de Castro Esteves, José Torre Rebelo y el fray Antonio
S. C. Córdoba.
Córdoba estaba representada por el doctor Arturo G. de
Lascano Colodrero; Santa Fe, por el doctor Salvador Dana Montaño; Salta, por el
canónigo Miguel Ángel Vergara y el señor Carlos Gregorio Romero Sosa; La Rioja,
por el profesor Dardo de la Vega Díaz; Mendoza, por los doctores Alejandro
Mathus Hoyos y Edmundo Correas; San Juan, por el canónigo Alfonso G. Hernández
y Santiago del Estero por el doctor Bernardo Canal Feijó y el señor Amalio
Olmos Castro.
Entre los Miembros Honorarios, la publicación de la
Junta destaca a los doctores Ramón S. Castillo, Ernesto Padilla, Gustavo
Martínez Zuviría, Juan B. Terán (+), Julio Prebisch; y al general Agustín P.
Justo (+).
Debemos señalar que la institución registra el
fallecimiento de los Miembros Pedro Ignacio Acuña y Antonio de Jesús Lobo.
El Boletín del
Año IV, N° 1, concretado en 1944
bajo la dirección de Ramón Rosa Olmos, diversifica su contenido con dos
artículos acerca del Orador de la Constitución, una monografía ganadora de un
concurso sobre figuras públicas implementado por el diario La Unión, alimenta
la polémica sobre los orígenes de la familia Avellaneda y acerca una
contribución sobre un problema del campo catamarqueño.
Fray Antonio S. C. Córdoba abre opinión “En Torno a un Célebre Sermón del Padre
Esquiú”; fray Luís Córdoba realiza su
aporte sobre “El Padre Esquiú y la Constitución”; Duilio Brunello es el autor
de la monografía “Víctor Maubecín”;
Diego Luís Molinari agrega su opinión “A Propósito de
Ascendencia Catamarqueña del Presidente Avellaneda, de Cornelio Sánchez Oviedo”;
y cierra el cuarto Boletín con “Nuestra Antigua
Agricultura y sus Plagas”, de Cornelio Sánchez Oviedo.
El Boletín del
Año V, Nº 1 y 2, acerca un nuevo
aporte sobre “Bibliografía Catamarqueña”, del director de la publicación, Ramón Rosa Olmos.
La investigación recoge, ampliada, las miradas
parciales de otros historiadores, constituyéndose en el primer trabajo
sistemático sobre la producción intelectual de diversos géneros de y sobre la
provincia realizada hasta el momento.
Pedro M. Oviedo saca en la quinta entrega de la
publicación “El Blasón de Catamarca (Ntra. Sra. del Valle); dándose a conocer
en este 1945 las Bases del Concurso para
la Historia de Catamarca.
En el Boletín
del Año VI, N°1 y 2, Ramón Rosa Olmos despliega la parte medular de su investigación
sobre “Bibliografía Catamarqueña”.
La publicación
incluye los “Artículos Periodísticos en La Unión de Catamarca,
1936/1945”, del presbítero Arturo Melo; y la “Corona Fúnebre del R. P. Fray
Antonio de Jesús Lobo”.
R.
Alberto Avellaneda
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