viernes, 20 de junio de 2014

2da. Entrega: Cumpleaños de la Junta de Estudios Históricos de Catamarca

Rica Historia de una Institución Señera
Los 78 Años de Vida de la
JUNTA de ESTUDIOS HISTÓRICOS de CATAMARCA
2° Aporte

El 15 de mayo de 2014 se cumplieron 78 años de la creación de la Junta de Estudios Históricos de Catamarca.
La institución que surgió tras la firma de su acta de constitución, en la celda que ocupó Fray Mamerto Esquiú en el convento franciscano, asumió una tarea de gran responsabilidad, en donde conjugaban expectativas personales de formación, investigación y consolidación del trabajo intelectual en el medio.
                                   
Resulta trascendente compartir hoy el desarrollo de la intención de articular “un centro de cultura que tuviera por objeto el estudio de nuestra historia; para salvar del olvido la rica tradición que han tenido dignos cultores; cuidar los archivos; publicar los documentos  orientadores de nuestra historia y reeditar los libros agotados de nuestros historiadores”.



Este segundo aporte, con apuntes de la “Enciclopedia Periodística  Catamarqueña - Quien es Quien en Catamarca, desde los Orígenes al 2013”, de uno de 14 libros en preparación “Referenciales Culturales e Institucionales”, acerca la gravitación que tuvieron, con nombre propio, los emprendedores que cimentaron el trabajo intelectual de mi provincia.
Esta tercera Junta de Estudios Históricos del país arranca en 1936, con el accionar del doctor Pedro Ignacio Acuña, los sacerdotes monseñor Pedro M. Oviedo, fray Antonio de Jesús Lobo, fray Salvador Narváez y el profesor José Florencio Segura, director de la Escuela Normal de Varones.
Desde mediados de la tercera década del siglo pasado a la actualidad, la Presidencia de la Junta vivió seis instancias conductivas, la primera desempeñada por  el doctor Pedro Ignacio Acuña, entre los años 1936/1938.
Cubriendo la segunda etapa presidencial, que va entre 1938 y 1944, asume la dirección monseñor Pedro M. Oviedo. La tercera etapa es responsabilidad de fray Luís Córdoba, por los años 1944 a 1953.
El agrimensor Cornelio Sánchez Oviedo, desde 1953 a1959, rige en la cuarta etapa; para ser reemplazado en la quinta por el  presbítero y periodista Ramón Rosa Olmos, con accionar entre 1959 y 1979.



                                   
La secta etapa, tras los 20 años del accionar de Olmos, arranca en 1979 y llega a la actualidad, en su plena madurez institucional, con la titularidad de  Armando Raúl Bazán.
               

          

Sobre la base de los miembros originarios Acuña, Oviedo, Lobo, Narváez y Segura, la Junta emprende la tarea de enriquecer su capital humano con la integración de nuevos Miembros de Número.
En 1953 se incorporan Armando Raúl Bazán y Pedro Ignacio Galarza; a los ocho años llega, en 1961, la asociación de Ángel Baltazar Segura; y  en 1974 accede Federico Raúl Argerich.
El período que va entre los años 1985 y 1888 carga un significado especial para la Junta. Entre los flamantes Miembros de Número llegan tres investigadoras con perfiles propios y diferentes orientaciones: en 1985, Elsa Beatriz Ahumada de Del Pino; en 1987, Elsa Andrada de Bosch; y en 1988, Nilda Correa de Garriga.


Tres hombres a continuación tendrán su lugar en la Junta: en 1989, Félix A. Brizuela del Moral; en  1995, Nicolás de la Fuente; y Luís Ernesto Cuello, en 1996.
La cuarta mujer integrante de la institución llega en 1997, con Graciela de la Orden de Peracca; y a los  5 años, en 2002, accede la quinta presencia femenina con  Mirta Azurmendi de Blanco.
Entre los finales del pasado siglo y la primera década del nuevo a la Junta llegaron: Néstor Kriscautzky, en 1998; Jean Claude Samedy, en 1999; Herminio Elio Navarro, en 1999; Silvio Ernesto Seco, en 2003; Luís Horacio Navarro Santa Ana, en 2005; y Marcelo Gershani Oviedo, 2008.


Una de las actividades trascendentales en una organización dedicada a la investigación, establece la recepción del trabajo de sus miembros, el registro, la publicación y la difusión de sus obras.
Un órgano esencial en la Junta de Estudios Históricos de Catamarca lo constituyó la implementación de su “Boletín”, a los cinco años de su fundación.
La dirección de la edición a partir de 1941, recae en el doctor Alfonso de la Vega, encargado de seleccionar el contenido y la denodada generación de fondos para concretar la publicación de una organización privada, sostenida por sus adherentes y sin aportes oficiales.
Realizado en 1941en la Impresora Talleres Tipográficos La Unión, sale el Boletín del Año I, N° 1, conteniendo los trabajos de Cornelio Sánchez Oviedo, “Coronel Gregorio José González”; y de monseñor Samuel F. Toranzos, “Reglamento del Colegio del Carmen y San José”.
                                       

Al año siguiente aparece el Boletín del Año II, N° 2, nuevamente editado en la Impresora Talleres Tipográficos La Unión.
En esta oportunidad,  Pedro M. Oviedo escribe sobre “Valle Viejo”.  Ramón Rosa Olmos comienza a entregar sus investigaciones sobre hombres fundamentales en la actividad institucional religiosa, presentando sus conclusiones sobre  “El Presbítero Dr. Nicolás Herrera”. El historiador también realiza un adelanto de la recopilación de la producción  intelectual sobre y de la provincia en su “Bibliografía Catamarqueña”.
Debemos señalar que en la segunda entrega editorial de la Junta,  Cornelio Sánchez Oviedo, con su “Ascendencia Catamarqueña del Presidente Avellaneda”, desata una interesante polémica genealógica alrededor de los orígenes del hombre público y su relación con Catamarca.


En 1942 el Boletín consigna para la Junta su Mesa Directiva, conformada por monseñor Pedro M. Oviedo, en la presidencia; el profesor José Florencio Segura, en la vicepresidencia; el presbítero Ramón Rosa Olmos, en la secretaria; y el ingeniero Cornelio Sánchez Oviedo, en la tesorería.
A ese momento figuran como Miembros de Número: los doctores  Mauricio Herrera, Alfonso M. de la Vega, Rodolfo Acuña, Armando S. Herrera, Armando Acuña; los frailes  Luís Córdoba, Salvador Narváez, Marcos A. Juárez, Luís J. Plandolit, Mamerto de J. Leiva y el teniente coronel Miguel A. Llorens Robles.  
Ya a los seis años de existencia, y como muestra de la acción de proyección institucional, la Junta tenía incorporados como Miembros Correspondientes, en Buenos Aires, a los doctores Miguel Ángel Cárcano, Ricardo Levene, Ataliva Herrera, Emilio Ravignani, Rómulo D. Carbia; y los señores Juan Alfonso Carrizo, Ramón de Castro Esteves, José Torre Rebelo y el fray Antonio S. C. Córdoba.


Córdoba estaba representada por el doctor Arturo G. de Lascano Colodrero; Santa Fe, por el doctor Salvador Dana Montaño; Salta, por el canónigo Miguel Ángel Vergara y el señor Carlos Gregorio Romero Sosa; La Rioja, por el profesor Dardo de la Vega Díaz; Mendoza, por los doctores Alejandro Mathus Hoyos y Edmundo Correas; San Juan, por el canónigo Alfonso G. Hernández y Santiago del Estero por el doctor Bernardo Canal Feijó y el señor Amalio Olmos Castro.
Entre los Miembros Honorarios, la publicación de la Junta destaca a los doctores Ramón S. Castillo, Ernesto Padilla, Gustavo Martínez Zuviría, Juan B. Terán (+), Julio Prebisch; y al general Agustín P. Justo (+).
Debemos señalar que la institución registra el fallecimiento de los Miembros Pedro Ignacio Acuña y Antonio de Jesús Lobo.
El Boletín del Año IV, N° 1, concretado en 1944 bajo la dirección de Ramón Rosa Olmos, diversifica su contenido con dos artículos acerca del Orador de la Constitución, una monografía ganadora de un concurso sobre figuras públicas implementado por el diario La Unión, alimenta la polémica sobre los orígenes de la familia Avellaneda y acerca una contribución sobre un problema del campo catamarqueño.
Fray Antonio S. C. Córdoba abre opinión  “En Torno a un Célebre Sermón del Padre Esquiú”;  fray Luís Córdoba realiza su aporte sobre “El Padre Esquiú y la Constitución”; Duilio Brunello es el autor de la monografía “Víctor Maubecín”;
Diego Luís Molinari agrega su opinión “A Propósito de Ascendencia Catamarqueña del Presidente Avellaneda, de Cornelio Sánchez Oviedo”;


y cierra el cuarto Boletín con “Nuestra Antigua Agricultura y sus Plagas”, de Cornelio Sánchez Oviedo.

El Boletín del Año V, Nº 1 y 2, acerca un nuevo aporte sobre “Bibliografía Catamarqueña”, del director de la publicación,  Ramón Rosa Olmos.
                           

La investigación recoge, ampliada, las miradas parciales de otros historiadores, constituyéndose en el primer trabajo sistemático sobre la producción intelectual de diversos géneros de y sobre la provincia realizada hasta el momento.
Pedro M. Oviedo saca en la quinta entrega de la publicación “El Blasón de Catamarca (Ntra. Sra. del Valle); dándose a conocer en este 1945 las  Bases del Concurso para la Historia de Catamarca.
En el Boletín del Año VI,  N°1 y 2, Ramón Rosa Olmos despliega la parte medular de su investigación sobre “Bibliografía Catamarqueña”.


La publicación  incluye los “Artículos Periodísticos en La Unión de Catamarca, 1936/1945”, del presbítero Arturo Melo; y la “Corona Fúnebre del R. P. Fray Antonio de Jesús Lobo”.


                                      R. Alberto Avellaneda

No hay comentarios.:

Publicar un comentario